Roces




El desvelo me cubre de hilos finitos, que rozan, me erizan. Prefiero salir. Una espina separa a la ciudad (y a mí) del océano. Mis pies se posan sobre el cemento, avanzan. Una a una, vértebra a vértebra, baldosa a baldosa. El viento helado me enciende la cara y busco refugio. "Praia Baleia" dice el cartel, voy hacia la de siempre. Al fondo, en el rincón, junto al ventanal, y a la salamandra.
Pido un café con leche: Gracias, digo cuando me lo traen. Tras el vidrio, la ausencia engulle mis ojos y no queda más que imaginar. Gaviotas y petreles durmiendo entre olas. Gigantes marinos bamboleándose (igual que yo), como no teniendo dónde ir. El silencio se vuelve blanco entre resoplidos y emanaciones. Y otra vez negro.
La mano. La pluma. La sangre se mezcla y la tinta cae. Manchones en la hoja en blanco dibujan una historia que comienza con una ruta que bordea el mar, y Wish You Were Here.

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