Antes de la explosión, fui semilla.
Y luego una intrincada red de capilares en busca de intersticios.
Habito mis propias raíces, prefiero la oscura humedad de la tierra porque no me gusta volar.
Y cuando llegue (finalmente) el otoño, y caigan una a una
pestañas,
párpados,
pupilas,
y se derrame hasta la última gota,
soltaré el aire en un suspiro y no seré más que un poco de materia orgánica.
Observo la superficie quieta del agua, y sé quien soy.