De eso se trata



Un muro que rodea algo, o alguien (¿tal vez a mí?). Sombras oscuras que se proyectan sobre las piedras pero también un árbol (o dos) y una tierra fértil que ancla, nutre, deja crecer. Pocos elementos. Y la luz. Ya no hay oscuridad cuando la sombra nace de la luz y del árbol. Ya no hay armadura en las piedras que se funden con las nubes.
Un muro, un árbol (o dos), la sombra, la tierra. Y la luz.
Pocos elementos.
Tan simple.
Tan complejo.
(La vida misma).
De eso se trata.

Esto recién empieza

A Pancho, extrañándolo.
(La foto se la saqué allá por el dos mil, en alguna playa solitaria de Península Valdés. Y el que sigue es un extracto de un mail que me escribió unos años más tarde, en agosto del 2002, durante su estadía como residente en Alemania).

Hoy salí antes del hospi. Me prestó la secretaria de mi jefe su superlaptop y me senté a escribir. Mando este delirio, este manojo de sueños bien mezcladitos.

(No se copan los alemanes para tomar mate, y agarro el teclado y lo hago de goma)

Me clavé un par de noches solo, han hecho bien. Como si después que algo se siembra, le llueve encima y todo se queda quietito, esperando el primer brote, de un verde hasta medio pálido. Pero fresco y puro sale lo que la semilla manda, y las circunstancias únicamente deben conformarse con modelarlo un poco.

Me acompañó en la aventura mi viejo compañero, ese de tintes rojizos, un tanto seductoramente diabólicos. Una noche increíble se dejaba ver a través del fondo de mi aguantador vaso; cada vez que éste pedía otra batalla, se teñían las estrellas de sangre.

No sabés qué lindo y qué difícil y punzante es para mí estar lejos del pago. Lo más sabroso es, sin duda, el hecho de saber de dónde uno es, de que a uno lo quieren y quiere con más ganas que nunca. En medio de la inmedible extrañada se siente cada tanto un perfume que me dice "ssshhhhssshhhh", como se le dice a los caballos de lomo nuevito. Ese sonido que viene desde muy adentro me hace tranquilizar, llega como una caricia en medio de un grito desesperado. Nadie lo puso sino que se fue armando a través del paso del tiempo, es lo vivido, lo que uno sabe que le gusta, es lo que hace calmar la tormenta. Saber lo que uno quiere da esa seguridad tan añorada en los momentos de ceguera.

Me salió muy fuerte preguntarme: ¿Qué carajo hago acá? En vez de buscar una respuesta concreta (pocas cosas la tienen), paré un poco la pelota y miré un poco la situación. Tuve de alguna manera una vida tan poco clásica, tan alejada de los Ingalls, que ahora el hecho de estar acá es tan solo un capítulo mas. ¿Por qué duele tanto? Y será porque se quiere mucho; pero, no es malo querer, ¿no? Es alejarse de lo conquistado para salir de nuevo a la cancha.

En un mundo de teorías, lo fantástico que tiene planear un poco, es que se las desafía como si no existieran. Se siente, uno, bien libre.

La cuestión es que esto no deja de ser una oportunidad increíble para aprender un poco más de algo que esta bien (asi debería ser levantarse a la mañana). Para mi es ciencia, está bien pero está tan lejos de la magia. Es posible que todo ese vino, lo que quiso es tapar la injusticia de no dejarme ver un glorioso amanecer con mi gente, por un puñado de cositas nuevas que aquí aprendo. Las cosas en Alemania sí son fascinantes, un sistema que funciona como un reloj, hace todo, aunque un tanto aburrido. Te impacta como algo que funciona. Y en algunas cosas, cuando algo funciona, hay menos injusticias. Una cultura diferente te desafía a que, día a día, la vayas descubriendo. No te deja caer cómodo, te pide atención o si no, te quedás afuera.

La cabeza me planea grande; somos presos, de alguna manera, de nuestra libertad. Es fantástico pero cansador. Pero si no estuviese, me muero, le quitaría todo sabor, como día a día que uno se plantea de lo grande a lo chiquito. La cabeza, para dar vueltas, no pide permiso a nadie.

Es grande lo que nace en uno al caminar un poco por la calle mirando. Cuando uno ve a un chico y a su papá, no sabés cual tiene más cara de chico. Sobre todo frente a un titiritero. Es un clásico: todos los dueños se parecen a su perro.

Armando cuentos, lo más intrascendental te invade todos los días y te hace pasar por todo un montón de situaciones tan ridículas que hasta abrazan. En un minuto se me viene a la cabeza: si la caliente es la izquierda o la derecha, lo mismo pero para atornillar, ¿cual es la puta diferencia entre la llave inglesa y la francesa?, ¿por qué siempre me olvido de devolver el video?, si agrandar o no el combo, si tirar o no el boletín de 3ro, si te alcanza o no para pasar (o no) al camión, si llamar o esperar a que te llame, si primero es con S y después con C, qué groso los superheroes, el pozo del quini y siempre el gatillo del ¿Que Harias?, las llaves, chori o paty, si justificar o aceptar, si respetar o pisotear, si pasarla o creerse el Diego, querer o no querer con 24, guardarte un poco de coca o tomártela toda ahora, las caras en un bondi a la mañana y a la tarde, huirle a la lluvia o dejarla que moje, pizza o amor.

O de repente, mirando el techo con todos los músculos del cuerpo relajados, tirado en la cama, sin frio, sin calor, sin hambre, sin ganas de un pucho, simplemente ganas de que se pare el reloj por un momento, y que así, ese momento no dura sino que se queda, que el segundero deje de violar sin respeto y lleno de atropello, los ruidos no parecen existir, parece como que hasta no vemos con los ojos sino que sólo proyectamos con la cabeza lo que creemos que pensamos.

Cualquier cosa te hace retorcer el cerebro, tratando de escurrirlo para volver a ese momento que te hizo latir el groso, como nada más lo hace cuando algo importante pasa, tratar de traerlo lo mas nítido posible: la música y quién me ha robado el mes de abril, una Bossa Nova que relaje, que sangre el recuerdo con el tema de aquella noche, alguna Samba que te haga ver todo mas especial. Lo mismo con los lugares, con tocar algo, con un sabor, ¡con oler! De repente se te viene ese asadito, ¡Ay, ese Hijo de Puta! Núcleo de placeres nunca tan respetados como en el momento de añorarlos, lo que pasó anoche con los detalles para los amigos, todos los detalles, culo o tetas depende del espectador, donde estaría ahora si ... Como pidiéndole a la vida que sea uno de esos "Elige tu propia aventura", el "¡qué loco! ¿no? Uy cómo pasó el tiempo, rápido o despacio -una pregunta irrelevante-, que la posta es que pasa. Y no para.

Qué rica la morcilla fría con el pan fresquito y el primer trago de vino con el fueguito que chispea pidiendo que lo acuesten. Qué bueno, de alguna manera, compartir. En los momentos que no, qué bueno haber compartido. Aparece acá una iglesia más vieja que media docena de cabildos, un montón de tradiciones que, en vez de sentirlas como propias, abrazan fuerte como un cuento te agarra la atención en manos de los que saben contar.

El juego de seducción también sigue a pleno, mirar a tu jefe con cara de "está todo bien" y despues mirar a la secretaria con el mismo mensaje, pero de verdad. Esa camisa queridísima, ya no tan blanca, del buen algodón que hace que la piel grite gracias cuando te aterriza en los hombros. Seduce el buen scotch cuando entra con un poco de acid jazz, se apasiona la boca a merced del buen seviche, agradece la vida cuando el perfume de la mañana, propio o ajeno, entra como una flecha al laboratorio de la cabeza y como resultado, sale. Que venga entonces un buen desayuno. Y se busca. Se busca pasar una noche con un despertar de verdad, ya sea despertar en una nueva vida; con resoluciones; con más seguridades que miedos; con saber quién es esa persona que podemos mirar a los ojos y llamarla mi principio y mi final; con no tener miedo a saltar, ya que las piernas siempre dan.

Hay cosas que simplemente no se amanzan, perderían su magia. Nadie la tiene clara, es lo lindo, nadie tiene un talento para la vida. Simplemente cada tanto sale algo de adentro que te deja hacer una de lujo.

Evidentemente, cada vez que pienso adónde apuntar, las posibilidades parecen reirse del cuadro. Cuando la aguja apunta adonde el rojo late, el mundo, mi mundo me sienta en las rodillas y me dice "sonaste pibe, esto te gusta mucho".

Esto, esto recien empieza.

Pancho

(Stuttgart, 1º de agosto de 2002)