Entre aguas sin orillas
oxígenos
sin epitelios
ella se mece
en brazos
muertos de sed
tras sus párpados
de luna
sumergida nada
hacia el infinito
acostado
a sus pies.
Un muro que rodea algo, o alguien (¿tal vez a mí?). Sombras oscuras que se proyectan sobre las piedras pero también un árbol (o dos) y una tierra fértil que ancla, nutre, deja crecer. Pocos elementos. Y la luz. Ya no hay oscuridad cuando la sombra nace de la luz y del árbol. Ya no hay armadura en las piedras que se funden con las nubes.
Un muro, un árbol (o dos), la sombra, la tierra. Y la luz.
Pocos elementos.
Tan simple.
Tan complejo.
(La vida misma).
De eso se trata.
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